La despedida de uno de los más grandes, dentro del baloncesto profesional, ha acarreado una ola de nostalgia e incertidumbre, esto debido a que cada vez se ve más cercano el paso de las generaciones, y las figuras más grandes comienzan a decirle adiós a los campos de juego.
Entre estas despedidas, la más reciente fue la del legendario ala pívot de los Spurs de San Antonio: Tim Duncan, quien después de 19 años, como una de las estrellas máximas de la NBA, se despide del deporte que le ha dado todo.
Desde el inicio de su carrera, Duncan se ha caracterizado por tener una personalidad reservada –debido a que suele mantenerse hermético en lo que se refiere a escándalos y rumores– además de siempre fue muy celoso con su vida personal y con sus opiniones
El nacido en Las Islas Vírgenes, en 1976, siempre demostró interés por los deportes, aunque su gran sueño de la infancia era convertirse en nadador olímpico, meta que no pudo realizar, debido a diferentes situaciones. Cuando apenas tenía 14 años, Tim perdió a su mamá, quien fue víctima de cáncer y, para distraerse un poco, decidió comenzar a practicar baloncesto.
Poco tiempo después de comenzar a entrenarse como basquetbolista, muchas universidades demostraron un gran interés por él, a pesar de su poca experiencia. Estudió en la Universidad de Wake Forest, en donde fue nombrado All American, y además fue elegido como el mejor jugador de la liga, en el año de 1997.
Posteriormente, dio el gran salto a la NBA, y durante el draft de 1997, fue la primera selección, uniéndose a los Spurs, quienes en ese tiempo no pasaban por su mejor momento.
Desde el inicio de su carrera, y hasta su retiro en 2016, fue ganador de cinco anillos de campeón, dos veces fue nombrado MVP de la temporada regular, y en tres ocasiones lo seleccionaron como el MVP de las finales; además, estuvo diez veces dentro del mejor quinteto de la NBA, y formó parte de 14 ediciones del All Star Game.
Tuvo la oportunidad de ganar un Campeonato de las Américas, con la selección de Estados Unidos, y pudo participar con ellos en las Olimpiadas de Atenas, en 2004. Y aunque no lució mucho con este equipo, pudo demostrar su jerarquía y sus ganas de llevar al equipo a la gloria.
Con su 2.11 metros de estatura, su coordinación, y su gran capacidad para el juego, se ganó un lugar junto a los históricos de la NBA, ya que muchos expertos lo consideran el mejor ala pívot que haya existido.
Nos pone muy tristes la despedida de esta leyenda, pero estamos seguros que su legado inspirará a muchos jóvenes y futuras estrellas, así como a los amantes del baloncesto, alrededor del mundo.