Todos hemos escuchado en algún momento este nombre: Michael Jordan, considerado el mejor jugador en la historia del baloncesto, con sus 1.98 metros de estatura. Conocido como “He can do it all”, era un elemento muy completo, un tenaz defensor, un pasador rápido y creativo, además de un excelente anotador.
Jordan nació en Brooklyn, en 1963, y desde pequeño mostró un gran interés en el baloncesto, por lo que sus padres lo apoyaron en todo momento, para que alcanzara sus sueños.
Aunque no muchas personas saben que, durante sus años como estudiante, Michael fue rechazado por el equipo de su preparatoria, debido a su baja estatura –en ese entonces medía apenas 1.77 metros, muy poco para un jugador de básquetbol– pero de ese momento tan duro en su vida, aprendió a ser fuerte y a esforzarse por convertirse en el mejor, posteriormente, creció físicamente y se ganó un lugar como una de las mayores revelaciones juveniles.
Durante sus años como universitario, demostró su valía con la Universidad de Carolina del Norte, quienes le dieron una beca completa para que se desarrollara como jugador. En 1984, fue seleccionado como mejor jugador de la liga universitaria y en ese mismo año, tuvo la oportunidad de pertenecer a una de las mejores selecciones en la historia de Estados Unidos, la cual ganó la medalla de oro durante los Juegos Olímpicos, celebrados en la ciudad de Los Ángeles.
Al término de este torneo, Michael fue seleccionado en el draft por los Toros de Chicago, equipo con el que ganó seis campeonatos, entre 1991 y 1998; se convirtió en el máximo anotador durante diez temporadas y, además, fue nombrado MVP, en 1988, 1991, 1992, 1996 y 1998.
Posteriormente, llegó otra oportunidad para que representara a su país durante los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992; formó parte del “Dream Team”, el mejor equipo que ha tenido Estados Unidos, y los lideró para ganar la medalla de oro.
Otro de sus apodos más conocidos, fue el de “Air Jordan” ya que muchas personas decían que al saltar, parecía que se quedaba suspendido en el aire. Siempre fue reconocido como un hombre sencillo y honesto, quien nunca permitió que el éxito se le subiera a la cabeza.
En 1993, pasó uno de los episodios más difíciles de su vida, al enfrentarse a la muerte de su padre, a tal grado, que decidió retirarse temporalmente, retomando su carrera hasta 1995, incluso logró que Chicago le regresará el número 23, el cual fue retirado, el mismo año en que decidió tomarse un descanso.
Las generaciones más recientes, lo conocieron gracias a su papel protagónico en la exitosa película “Space Jam”, en donde hacía equipo con icónicos personajes como Bugs Bunny.
Antes de retirarse definitivamente, en abril de 2003, pasó por los Wizards de Washington, acción que lo ayudó a elevar sus récords.
Para todos los amantes del básquetbol, nunca habrá uno que igual a Jordan; muchos dicen que existe un antes y un después, en este deporte y que la pauta, sin duda alguna, fue marcada por este prodigio, por lo que pasarán muchos años para que alguien iguale al más grande, al gran Michael.