El 7 de febrero del 2021 se vivió un Súper Tazón distinto a todos, ya que se jugó en medio de una de las crisis sociales y de salud más fuertes de los últimos tiempos. A pesar de las circunstancias, la organización no se podía detener y la misión era brindar un espectáculo de calidad sin poner en riesgo la salud de los jugadores, staff y público en general.
La NFL se tomó muy en serio las medidas sanitarias, y por ello se dio a la tarea de realizar hasta dos pruebas diarias de COVID-19, en caso de que alguno de los jugadores y/o entrenadores resultara positivo se quedaría en automático fuera del juego y se mantendría aislado por lo menos 10 días, tal y como sucedió durante el resto de la temporada.

El imponente Raymond James Stadium lució algunos espacios vacíos en las tribunas debido a que solo estuvieron disponibles 22,000 boletos (el 30% de la capacidad del estadio) 14,500 fueron puestos a la venta para el público en general y los 7,500 restantes, se destinaron a los trabajadores de la salud, debemos aclarar que el personal de la salud que asistió al juego fue elegido por los 32 equipos de la NFL, con el requisito de haber sido vacunados.

Antes del pitazo inicial, se transmitió un emotivo video donde la NFL invitaba a la sociedad a ser valientes y solidarios ante la situación, exaltando el valor del deporte y del personal médico que arriesga su vida para combatir esta pandemia. Posterior a ello, pudimos observar cómo las autoridades correspondientes revisaban que los partícipes llevaran colocados de forma adecuada sus mascarillas y por supuesto se respetaran los protocolos de seguridad.
Además de todo lo vivido en el gran juego, grandes marcas como Coca Cola o Budweiser se comprometieron a no invertir en anuncios publicitarios para el gran juego y donar ese dinero para la investigación de la vacuna contra el Covid-19.